Por Ari Gómez
Ingeniería Social, Marketing
"LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE", es un dicho popular que todos debemos haber escuchado alguna vez. Pero también hemos escuchado decir que fulano o sutano perdió el juicio. De muchacho, cada vez que yo escuchaba esa frase, me confundía el hecho de que un juicio era algo que se llevaba a cabo en un tribunal y de las personas que se decía eso, no estaban en ningún problema legal. Entonces empecé a buscar el juicio como algún órgano de nuestra anatomía, hasta que pasados los años entendí que el juicio, bueno o malo, era simplemente nuestro discernimiento.
En política, no se pierde el juicio, se supone, porque la política es una ciencia y un arte que se trabaja de forma cerebral y pensada meticulosa y detenidamente. Pero en este Macondo caribeño hay de todo, el realismo mágico del que nos hablaba Gabriel García Márquez se queda corto con las cosas que vemos en este pedazo de tierra en medio del trayecto del sol, según don Pedro Mir.
Estas elecciones traen consigo unos fenómenos raros, desde gente en negación total, hasta gente que aprendió a leer los números al revés y te juran que están correctos. Todo esto viene a colación con una reciente encuesta, sondeo, experimento, no sé cómo llamarle a una especie de votación privada realizada en Nueva York. No tuvo ningún rigor científico ni mucho menos es un ejercicio confiable y que se celebra por primera vez.
El sentido de proporcionalidad se ha perdido, la locura electoral oposicionista ha adjudicado que los 870,000 residentes en el exterior con derecho al voto irán todos a votar, no se quedará nadie sin ejercer su sufragio, que todos serán emitidos en favor de la oposición y "que Nueva York es el mundo", no hay dominicanos ni en otros estados ni en otros países o en su lugar, que lo que sucede en Nueva York tiene que suceder indefectiblemente igual en Madrid o en San Juan de Puerto Rico, por ejemplo.
A modo de conocer un poco más tenemos que de acuerdo con el presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Román Andrés Jáquez Liranzo, hasta las 7:00 de la noche del 21 de enero de 2024, en Estados Unidos, de los 870 mil empadronados, hay 616,995, para un 71 % del padrón en el exterior. Detalla que de esa cifra New York tiene registrados 275,350 (31.66 %) hábiles para sufragar en mayo de 2024, seguida de New Jersey con 113,274 (13 %). Luego está Madrid, 73,511 (8 %); Boston, 59,771 (6 %); Puerto Rico, 48,603 (5 %); Filadelfia, con 47,604; Miami, 37,763; Barcelona, 32,686; Orlando, 31,929; Providence, 25,327.
En casos donde la locura no es tan acentuada, dicen que "habrá segunda vuelta porque en Nueva York (donde el PLD quedó muy por debajo de un candidato que le dicen "El Cobrador"), los números no son iguales que en República Dominicana". Se les olvida que el grueso de los votantes - alrededor del 90% - vive en este país y que son los que deciden elecciones, además olvidan o no quieren entender que el reciente sondeo neoyorquino, indicó que no todos los sufragios se fueron de un solo lado, que no votaron los 275,350 inscritos en esa ciudad ni que todos los harán por la oposición el dia de las elecciones generales como están insinuando algunos por ahí.
En fin, que el juicio se perdió, definitivamente, la locura está llevando a la oposición a tejer unas fábulas tremebundas con tal de mantener a los que sí se están volviendo locos a creer que hay un empate técnico y que las posibilidades de vencer están en sus manos. Yo sigo creyendo que el relato no es más que una estrategia para "aguantar la línea", para evitar la desbandada antes del 19 de mayo.
En la guerra, cuando el comandante entiende que están perdiendo, pero que es temprano para abandonar el campo de batalla, arenga a sus soldados diciéndoles que están ganando, que lo único que se necesita es luchar más fuerte, dar todo para ganarle al enemigo, que se está en los albores de la victoria. En realidad, está tratando de que sus soldados no se les desbanden antes de tiempo, que no salgan corriendo ante la inminencia de la derrota. Eso está sucediendo actualmente con la oposición dominicana, porque sabe que solo un milagro divino la salva de una derrota aplastante frente al partido oficialista.
La tendencia es clara, en diecinueve días no hay manera de revertirla, a menos que el candidato Luis Abinader cometa un error tan grande que voltee el curso de los números abruptamente.