Por: Ari Gómez
Ingeniería Social, Marketing
Se fue Franklin, pasó la euforia, el teteo, el ron y el bullicio, a trabajar todo el mundo, se acabó el "asueto tormentero" y ahora se vuelve a la realidad dominicana.
Franklin fue como esos "spots" publicitarios que pasan a mitad de película en la televisión, precisamente cuando la cosa se esta poniendo interesante. Ahí mismo es que el televidente salta del asiento y busca un bocadillo o un refrigerio para sentarse a ver la continuación, seguro de que cuando ensarte de nuevo la trama, va a disfrutar del drama.
LA ALIANZA
El lunes 21 de agosto llegó el momento que se había anunciado con fanfarrias durante el fin de semana, sobre una alianza entre las fuerzas opositoras para enfrentar a Luis Abinader. Todos nos sentamos frente al aparato a ver el acontecimiento. Un salón de un hotel donde como moscas pasaba gente de un lado a otro, pero buscábamos a los protagonistas de ese drama político con avidez. Ninguno aparecía, solo la figura desgastada, impopular y poco grata de Miguel Vargas Maldonado se presentó en un acto que debió ser trascendental para el proceso político dominicano y donde él no representaba gran cosa, excepto confirmar su desesperación porque su partido quede inscrito en la JCE después de las elecciones de 2024. Nuestra opinión es que desperdiciaron una oportunidad de oro para presentar una verdadero pacto, creíble, sólido y que no dejara las dudas que el mismo ha arrojado sobre el votante que piensa al menos un poco.
¿Dónde estaba Leonel Fernández? ¿Dónde andaba Danilo Medina? ¿Dónde andaba el candidato presidencial del PLD, Abel Martínez sobre quien recae la responsabilidad de entregar la candidatura y olvidarse de sus aspiraciones en una eventual y deseada segunda vuelta? Porque a Leonel Fernández no hay nadie que le quite ser candidato aunque quede en décimo lugar, y eso deberían saberlo bien ellos que lo conocen muy bien.
Al pobre Abel lo leí diciendo que esta alianza es para sacar al PRM del gobierno, más nada. Como candidato debería tener lineamientos, planes, proyecciones, propuestas de que haría si llegase a ser presidente, pero una vez más dejó ver el vacío de ideas que existe en su cabeza, su insustancialidad política y su carencia de discurso electoral que sirva para algo. Con razón lo tienen más marginado que a un tuberculoso en el siglo XIX.
Las ausencias fueron demoledoras para la llamada alianza, el discurso apresurado y escueto, sin detalles y sin explicaciones de Vargas Maldonado, no pudo disipar el asombro de los que, fuera del fanatismo momentáneo y del vaho de triunfo aplaudían tratando de dar vida a un discurso sin sustancia, aunque a todas luces se les notaban los gestos escépticos, de los que llenaban el salon y que no fueron capaces de encubrir el vacío, aunque se esforzaban por demostrar un triunfalismo que se les resbalaba por la ropa y caía desvanecido a sus pies.
Todo el mundo se quedó esperando el apretón de manos de los líderes que comandan los partidos principales de la oposición, sellando por lo menos de esa manera un pacto de esa naturaleza. Y en caso de que no fueran, -como sucedió- hubiese sido menos llamativo que los secretarios generales llevaran algún escrito que representara un poder de esos líderes para pactar. La mayoría nos quedamos esperando algún documento que definiera la naturaleza de una alianza que se supone impacte el panorama político nacional. No hubo nada de eso, Vargas Maldonado como entró, salió, dejando más preguntas que respuestas, solo definió cuatro puestos legislativos que no sorprendieron a nadie. De las alcaldias no soltó ni un ápice solo numeros, pero no demarcaciones y de la presidencia dijo unos acertijos que poco a poco, imaginamos que irán desentrañándose a medida de que los líderes de los partidos den explicaciones, pero hasta el momento permanecen mudos, nadie dice nada, nadie sabe nada.
¿Qué lectura nos deja el drama aliancista? Que esa alianza tiene más carencias que avenencias, que fue un acto precipitado ante el retroceso que presentaban las candidaturas oposicionistas, que se hizo a la carrera para dar la percepción de un triunfalismo inexistente y una forma de atajar un poco la debacle, que con o sin anuncios de alianzas, es inevitable y los eventos de las próximas semanas van a confirmar esto que estamos diciendo.
Colocar a Vargas Maldonado al frente de un anuncio que se supone sea tan importante fue un desacierto imperdonable e irreparable, porque encima de que no proyectó unidad alguna, trajo a la consideración del elector una de las figuras con mayor rechazo en la historia política dominicana, él mismo, un individuo que nadie se quiere acordar de él a menos que las circunstancias lo fuercen a enseñarse, como en este caso. Ramón Alburquerque (con quien tenemos diferencia de comportamiento emocional) lo dijo: "Pusieron un muerto político a anunciar un funeral colectivo".
De los números en que se sustenta esta "alianza" hablaremos en otro aparte, ahora solo nos interesa analizar lo que se ve (que muchos no quieren ver) a través del cristal politico y de lo que la experiencia habla claramente, que ahí no hay alianza, que lo que hay es una intención de pacto que se hace muy difícil, que se develó precipitadamente para contener la caída libre que traía la oposición y que se acentuó con la visita de Abinader a Estados Unidos.