Por: Ari Gómez
Ingeniería Social, Marketing
El día 21 de agosto trajo cosas muy interesantes. No simplemente una alianza que fue opacada por la ausencia de los líderes de las principales organizaciones que la conforman, sino porque hace un reordenamiento político dentro de la oposición. Para el sector oficialista ni es noticia ni le causa sorpresa, todos esperaban que de alguna manera hubiera algún tipo de pacto, dado que las circunstancias de crecimiento para los partidos de la Liberación Dominicana y Fuerza del Pueblo se estaban tornando difíciles en cuanto a la captación de militantes.
Es sabido que la Fuerza del Pueblo se alimenta exclusivamente de los militantes del Partido de la Liberación Dominicana y eso hace que los volúmenes oposicionistas se mantengan iguales, que no haya merma que llame la atención en el lado oficialista del PRM que aún no activa su campaña por el proceso de precandidaturas que tiene en lo interno de su organización.
Dicho esto, no me voy a referir a la alianza en sí ni a los motivos que precipitaron un anuncio sin concreciones, ni un papelito firmado, ni un apretón de manos, ni una definición específica de demarcaciones conjuntas , etc, solo la disertación en solitario de un dirigente apagado, desacreditado y con pocas posibilidades de supervivencia, Miguel Vargas.
ABEL
"Y dijo Caín a su hemano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató".
Génesis 4:8 RVR 1960
Me voy a referir a la posición en que queda el candidato del PLD Abel Martínez. Para nadie es un secreto que -quiérase o no- el protagonista de esta llamada alianza y quien brilla más en todo esto es Leonel Fernández, quien sabiamente ha aprovechado todo ello para erigirse como el líder. Abel Martínez ni se menciona, pasa sin pena ni gloria y en las redes y el mundo mediático, su nombre no aparece por parte de militantes ni simpatizantes del PLD, ellos solo hablan de la alianza, una alianza que a quien favorece es a Leonel. Pareciera que los militantes del Partido de la Liberación Dominicana lo hubieran descartado y abandonado de golpe y porrazo y se hubieran abrazado al candidato verde.
Peor aún, los propios dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana mantienen un hermetismo sospechoso e inexplicable sobre el futuro de su candidato. El argumento de que quien quede en segundo lugar o quien se desempeñe mejor en una primera vuelta en las elecciones de 2024 sería apoyado en una supuesta segunda vuelta, no despeja dudas, todo lo contrario, nadie cree que Leonel, así quede en último lugar va a soltar el protagonismo y lo va a poner en manos de Abel Martínez. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que eso no va a pasar, sobre todo cuando el señor Fernandez pronto va de retirada y necesita dejar un partido posicionado de la mejor manera posible a su hijo, para que continúe con su legado político. Eso no va a suceder y el que espere algo parecido no conoce a Leonel Fernández.
Pero, supongamos que Abel Martinez apoye a Leonel Fernández. ¿A cambio de qué? Lo más que podría obtener es un ofrecimiento a la candidatura a la vicepresidencia. Pero la pregunta importante es ¿Cuáles posibilidades tiene Abel de crecer dentro de La Fuerza del Pueblo? Ninguna.
Omar Fernández es el heredero universal y único y no es verdad que será desplazado por nadie a una candidatura presidencial cada vez que se presente un torneo electoral donde participe su partido, mucho menos se dejará desplazar de un extrapartido advenedizo al que ni padre ni hijo le van a entregar el mando. Y lamentablemente hablo en esos términos porque al final de esta jornada, el PLD tendrá serios problemas de supervivencia.
Abel es el gran perdedor en todo este proceso, que no le quepa duda a nadie y lo más lastimoso de todo esto es que o él no se ha dado cuenta o ha doblado rodillas, rendido, apabullado, lo que en cualquier caso le hace un daño enorme.
¿Qué harán los abelistas, los que trabajaron fuerte dentro del PLD para lograr la candidatura de Abel Martínez? Eso está por verse, teniendo en consideración que esa masa peledeísta, habiendo calculado desde el principio los riesgos que corría su candidato de concretarse una alianza, se oponía tenazmente a la misma